Ninguna comida mediterránea está completa si no va acompañada de un vino tinto con cuerpo o de un vino blanco frío. Y no hay nada mejor que acompañar los platos malteses locales con un vino producido en las Islas.
Puede que Malta no tenga tanta fama en lo que se refiere a la producción de vino como sus vecinos en el Mediterráneo, pero las cosechas de Malta están obteniendo buenos puestos en las competiciones internacionales, ganando distintivos en Francia, Italia y en otros países.
Entre las variedades de uva que se cultivan en las Islas figuran Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Garnacha, Sauvignon Blanco, Chardonnay, Carignan, Chenin Blanco y Moscatel. Las cosechas autóctonas son Gellewza y Ghirghentina, que producen excelentes vinos con un cuerpo y un sabor característicos.
Las uvas que se cultivan en el clima cálido y húmedo de Malta maduran mucho más rápidamente que las que se cultivan más al Norte. Las bodegas se dedican a cultivar variedades que se adapten al peculiar terreno calizo. Se envían muestras de la tierra a expertos europeos con el fin de averiguar las variedades que se puedan cultivar con éxito aquí.
Los esfuerzos durante las dos últimas décadas están dando sus frutos para la industria local del vino. Se pueden encontrar varios de estos vinos locales en las estanterías de algunos supermercados del Reino Unido. Los mercados del Norte de Europa están empezando ahora a descubrir el secreto de los vinos malteses.
Si el vino es su ‘hobby', su pasión o el acompañamiento favorito de sus comidas sociales, las Islas Maltesas tienen mucho que ofrecer al respecto.
Degustaciones y visitas
Las principales bodegas organizan visitas guiadas y catas. Dependiendo de la estación, las visitas cubren toda la producción, desde la fermentación inicial hasta el proceso de envejecimiento. También se incluyen visitas a museos de la historia del vino y la oportunidad de catar y adquirir vinos de diferentes cosechas.